“Siempre cambiaba todo lo
que me rodeaba. Hice mis primeras paredes blancas para que se vieran
mejor nuestros cuadros; diseñé mis muebles; he hecho de todo. He
vivido mi arte”
Sonia Delaunay para el
programa «Spectrum»
de la cadena de televisión alemana Westdeutsche Rundfunk, 29
de octubre de 1967
Sonia Delaunay (1885-1979). "Rhytme coleur". Óleo sobre lienzo. Museo de Arte Moderno, París |
Es innegable que algunas
personalidades brillan con luz propia, sin tener necesidad de rendir
cuentas a cuestiones o argumentos estancos, pobres, muy manidos y
debatidos hasta la saciedad. Hasta el sinsentido. «¿Se
considera usted machista o feminista?»
«¿Se puede seguir
hablando de “sexo débil”?»
Existen personas -como Sonia Delaunay- que nos demuestran con sus
actos, obras, creaciones y vida, que hay palabras que simplemente,
están de más.
El Museo
Thyssen-Bornemisza de Madrid rinde homenaje mediante una
retrospectiva muy personal a la artista multidisciplinar nacida en
Ucrania, Sonia Delaunay. Con ella, la institución continúa la
trayectoria y el (buen) gusto de otras importantes exposiciones
ligadas al mundo de la moda y del diseño, como la dedicada al
maestro Givenchy (2015) o a la fotografía de moda de la revista
Vogue (2015), e incluso más recientemente, la exitosa y exquisita
«Roma. Bvlgari»,
la firma de joyería de lujo italiana.
Sonia Delaunay. Tres diseños: Traje 1540 para la vedette Gaby. Colección particular |
Gusto no solo por la
elección de obras pictóricas y escultóricas, sino por llevar a
cabo otro tipo de exposiciones menos tradicionales, que puntan hacia
conceptos y oficios distintos, que enriquecen la estela que sigue la
entidad: fotografía, diseño, moda, perfumería, joyería... Las
denominadas «artes
menores» o «artes
decorativas» se elevan y
paragonan a la categoría de artes principales. En palabras de la
protagonista de la monografía que nos compete, la polifacética
Sonia Delaunay:
“No había ningún
hiato entre mi pintura y mis trabajos «decorativos»,
[…] ese «género menor»
no había supuesto nunca una frustración artística, sino una
expansión libre, una conquista de nuevos espacios; era otra
aplicación de una misma búqueda”.
De su mano, nos
introducimos en la magia del color y de las formas dentro de la
muestra Sonia Delaunay. Arte diseño moda hasta el 15 de
octubre del año en curso.
Sonia Delaunay. "Vestidos simultáneos. Tres mujeres, formas, colores" (1925) |
La polifacética artista
parte de unos recursos y orígenes humildes en su Ucrania y Rusia
natales. La cultura popular y rural influirán tremendamente durante
toda su vida y a lo largo de su extensa obra: en colores, tejidos,
diseños, texturas, patterns... De las faldas de las mujeres a
los sombreros, las flores, la hierba, pasando por la vida sencilla
del campo (fue pionera del slow life o
vida simple, término que se ha puesto tan de moda en la actualidad).
Sirve como ejemplo, la colcha que teje para su hijo y que tanto
alabaron sus amigas, debido a las modernas formas cubistas con las
que estaba diseñada. No se encuentra expuesta por la fragilidad de
la tela, pero sí que lo está un chaleco del mismo estilo. Animada
por conocidos y amigos, se reúne con un grupo de aficionados para
realizar distintas creaciones, a la manera de «club
de patchwork»
inglés vanguardista. La producción de obras es ingente. En París,
tras su traslado, vestirá sus propias confecciones para acudir a los
salones, los bailes... algunos de los cuales se pueden contemplar en
la retrospectiva que nos ocupa.
Sonia Delaunay. "Cantantes de flamenco (Gran flamenco)" 1915-1916. Óleo y cera sobre lienzo. Museo Calouste Gulbenkian, Lisboa |
Todos
ellos tienen en común el espíritu colorista influenciado por su
marido, Robert Delaunay, y el cubismo órfico que llevaban a cabo
ambos en su pintura. Desgraciadamente, siempre se ha hablado, escrito
y estudiado más a su esposo, como indica el director artístico del
Thyssen, Guillermo Solana, «Sonia
ha aparecido casi siempre así, subordinada y hasta eclipsada por su
marido».
Sus primeras pinturas beben de las fuentes del Gauguin más
espiritual: usa colores secundarios, vivos, alegres... para al mismo
tiempo introducirse en el Cubismo imperante paso a paso. Creando el
denominado Simultaneísmo pictórico,
con sus ruedas cromáticas que simultanean el color. El color llegó
a ser el objetivo, la obsesión del matrimonio. Y la «ley
de Chevreul»
sobre el contraste simultáneo de los colores, su regla a seguir.
Como sostiene Hamilton, ambos pensaban que podían crear «efectos
de retracción y movimiento en el espacio solo por medio de
contrastes de colores»,
el color como función en sí mismo. El término «simultaneísmo»
fue «sustituido»
por «Cubismo
órfico»
ya que fue así como lo bautizó Apollinaire dado que veía en las
pinturas que realizaban los Delaunay, una tendencia muy pura a la
abstracción.
En
la obra de Sonia, la tendencia órfica-simultánea se encuentra
siempre presente. Desde los retales textiles y sus composiciones para
el diseño de patterns,
hasta los programas teatrales que llevará a cabo para sus amigos
poetas y compositores. Contarán con su talento el mismo Apollinaire
o el coreógrafo ruso Diaghilev para la creación del vestuario de
sus ballets en París.
Sonia Delaunay. Diseño de tejido simultáneo 205. 1927-1934. Colección privada |
Es en
esta parte en la que se centra más la retrospectiva del Museo. En el
papel de Delaunay como artista multidisciplinar, dejando su pintura
en un segundo plano. En una sala anexa al recorrido expositivo se
proyecta un vídeo del año 1925 donde modelos de la época posan con
diseños “simultáneos”. Digno de ver, ya que el papel de la
modelo ha cambiado considerablemente desde antonces: las poses, el
maquillaje, la manera de caminar y de lucir las prendas (una encima
de otra, para poder quitárselas mientras desfilaban, de este modo se
ahorraba en tiempo y en maniquíes).
Durante
la I Guerra Mundial, el matrimonio pasó el exilio entre España y
Portugal. La ciudad de Oporto caló hondo en el corazón de Sonia.
Pero fue en Madrid donde desarrolló su faceta como diseñadora,
ideando y confeccionando diseños para las familias pudientes
españolas (por ejemplo, para las hijas de los Marqueses de Urquijo,
que llevaron sus colecciones más veraniegas compuestas de traje de
baño, bolso y sombrilla a las mejores playas del norte del país).
Primero fundó Casa Sonia,
y pensando en un futuro cercano, dio el salto a París con la Maison
Sonia, donde daría rienda
suelta a toda su creatividad diseñando estampados, combinando
colores, eligiendo texturas, y seleccionando patrones.
En
esta última parte de la exposición es donde Delaunay auna toda la
experiencia y los conocimientos adquiridos a lo largo de su amplio
recorrido artístico y vital. Las mujeres de su niñez ucraniana, los
colores de la indumentaria con los que se reencontró en Portugal, el
“simultaneísmo” pictórico de Robert, el colorido de los ballets
parisinos...
Sonia Delaunay. Veste. Toile de lin ècrue, peinture avec broderies de fils de laine vert rouge jaune. 1928. Galliera, Museo de la Moda de la Villa de París |
Como
considera la comisaria de la exposición, Marta Ruiz del Árbol, la
obra de Sonia Delaunay es una obra de arte total. En la línea del
color como objeto de estudio y medio de expresión. Pintura,
decoraciones, ilustraciones, diseños y creaciones siguen el mismo
patrón. El color como fin. Su etapa en Madrid y sus viajes por la
Península Ibérica estuvieron marcados por la fascinación que tuvo
en ella el flamenco. La impresión que dejaron en su retina los
colores de los vestidos, los volantes, peinetas, flores, y el sonido
de las guitarras y las voces andaluzas quedaron grabadas para siempre
en diversas pinturas y carteles que realizó en su domicilio de
Madrid.
La
selección de objetos que recoge la muestra resulta idónea:
invitaciones para eventos e inauguraciones diseñados por la artista
del Este; fotografías de estancias decoradas por ella; recortes de
diarios y revistas con modelos llevando su vestuario moderno; retales
con estampados innovadores...
Fotografía de Sonia Delaunay con túnica y sombrero de rafia bordada y sombrilla de Casa Sonia, Madrid. Hacia 1920 |
Una
fantástica exposición que invita a mirar más allá, a dejar volar
la creatividad, cerrar los ojos y liberar la mente de restricciones,
de límites, sin imponer barreras al color y a la imaginación. Sonia
Delaunay fue la artista que siempre quiso ser gracias a ello. Una
bonita forma de comprometerse con sí misma y con la mujer del siglo
XX, abriendo paso conscientemente a las futuras generaciones.