lunes, 12 de enero de 2015

Van Gogh. El hombre y la tierra Palazzo Reale de Milán, 18 octubre 2014-8 marzo 2015

No soy de psiquiatras, soy de esfuerzos. Es algo que me ha quedado de mis padres, labradores”
Antonio López

Autorretrato. Vincent Van Gogh. Abril-junio 1887. Óleo sobre cartón, 32,8 x 24 cm. Otterlo, Kröller-Müller Museum
 

Feliz Año Artístico. 2015 abre boca con el Año Van Gogh. Si bien 2014 fue el Año del Greco, y debería haber sido también el de Zurbarán -los homenajes se han pospuesto al próximo-, éste que ahora comienza, será también el año del «loco del pelo rojo».

Los preparativos ya han empezado. Un aperitivo nos lo ofrece el Palazzo Reale de Milán, con una exposición sobre la visión del trabajo, el campo, la naturaleza y el hombre, que aporta el holandés en una selección de su obra muy peculiar. Bajo el título Van Gogh. El hombre y la tierra, se presentan en una «mostra» atípica casi medio centenar de obras en un contexto inigualable. Atípica porque la comisaria , Kathleen Adler, Historiadora del Arte y Directora del Departamento Didáctico de la National Gallery de Londres, ha escogido un tema innovador dentro del recorrido artístico del archiconocido neoimpresionista. Lejos de centrarse en los muy manidos conceptos del color, la mancha, el instante, la cordura o la locura, el límite entre la realidad y la enfermedad, la experimentación o la atormentada vida del pintor, se inmiscuye en otras facetas iconográficas casi desconocidas y da una vuelta de tuerca a su obra.

Algunos de los aspectos más importantes que me gustaría destacar de la selección de obras, es el respeto que Vincent siente por la tradición, sobre todo, por la tradición que dan las raíces, tanto holandesas como francesas. La familia, el trabajo, el esfuerzo. Esta iniciativa, está ligada a la Exposición Universal (Expo Milano 2015) que hospeda la ciudad italiana desde el 1 de mayo al 31 de octubre, y que tiene como temática la tierra y sus frutos, el hombre como centro de la realidad, el mundo rural y agreste estrechamente unido a las estaciones, el consumo responsable, el comercio sostenible, las energías renovables... Que sea en Europa será una maravilla para poder visitarla casi a un tiro de piedra; y que sea en Italia, siempre es una garantía de calidad artística. 

Van Gogh fue uno de los pioneros en la recuperación de la tradición, y la refleja en la temática. En sus bodegones o floreros asimila los preceptos del bodegón holandés tardo-barroco, que tiene en uno de sus principales exponentes a Joachim Beuckelaer. Este hecho, sumado a la pincelada parisina de vanguardia, construye un género verdaderamente novedoso y atractivo.

Cristo en casa de Marta y María. Joachim Beuckelaer. Hacia 1568. Óleo sobre tabla, 126 x 243 cm. Museo del Prado, Madrid
 
Bodegón con patatas. Vincent Van Gogh. Febrero-marzo 1888. Óleo sobre lienzo, 39,5 x 47,5 cm. Otterlo, Kröller-Müller Museum

A lo largo de todo el itinerario expositivo, vemos cómo Van Gogh toca «todos los palos», es decir, pinta retratos, bodegones o naturalezas muertas, paisajes, escenas de género. Y también utiliza todas las técnicas a su disposición: dibujo, óleo sobre lienzo, litografías...

En una de sus famosas cartas a su hermano Theo, el artista le habla de esta manera acerca del género de la «natura morta»:

 
«Me entusiasma inmensamente. Te enviaré alguna. Sé que son difíciles de vender, pero es tremendamente útil y seguiré haciendo algunas durante el invierno. Recibirás un gran bodegón con patatas al que he intentado dar cuerpo -quiero decir, explicar la sustancia tanto, hasta convertirla en masas dotadas de peso y solidez, de las que te darías cuenta, si por ejemplo, te las tirarán encima».

Carta número 533 de Vincent Van Gogh a su hermano Theo
 
 
Muchas de estas misivas entre los dos hermanos, se encuentran expuestas, y suponen otra nota más que se concede a la importancia de la familia y a la procedencia del hombre. El arraigo. El bodegón pintado por Vincent responde a lo que él consideraba sus necesidades en la vida cotidiana: patatas, cebollas y vino. Toma y retoma estos símbolos sobre todo en su primera época. Asociados a la pobreza (en Comedores de patatas de 1885 o en Mujer sentada a la mesa, del mismo año), el trabajador se encuentra ya dentro del contexto del hogar, en reposo tras una dura jornada de faena en el campo.

Comedores de patatas. Vincent Van Gogh. Abril de 1885. Litografía sobre papel verjurado, 284 x 341 mm. Otterlo, Kröller-Müller Museum

Mujer sentada a la mesa. Vincent Van Gogh. Marzo-Abril 1885. Óleo sobre lienzo, 42,2 x 28,8 cm. Otterlo, Kröller-Müller Museum

En todas las representaciones del campesino, deja claros los roles del hombre y la mujer. Y, aunque ambos realizan el mismo trabajo, presenta al primero con gesto autoritario y fuerte. Y a la mujer, tímida y humilde. También pintará a las mujeres bretonas, muy influenciado por las figuras de Émile Bernard. No retratará personas, sino «tipos», como las campesinas de Bravante o Arlès. En estos campesinos, de los que se exhiben una buena muestra, reinventa la figura del gran Millet. Evoca su Angelus y los ya mencionados «tipos». Millet había pintado la nobleza del trabajo, magnificándolo. Millet, como explica maravillosamente Stéphane Guégan, conservador de pintura en el Museo d'Orsay de París, «Millet aplicó una pintura de consistencia densa y opaca, sobre la que resaltaban las contundentes formas de los campesinos». Van Gogh incluso llegó a afirmar sobre los personajes de Millet, que «sus labradores parecen pintados con la misma tierra con la que están sembrando los campos».

Campesino. Vincent Van Gogh. Septiembre-octubre 1881. Carboncillo y yeso negro sobre papel verjurado, 559 x 332 mm. Otterlo, Kröller-Müller Museum

Una de las piezas que sobresale es Naturaleza muerta con estatua de yeso y libros (de finales de 1887). Es un bodegón distinto. No encontramos elementos de la naturaleza en él. Pero atrae al espectador de una forma poderosa. Es diferente a lo pintado con anterioridad porque es un homenaje a sus contemporáneos literarios. Vincent Van Gogh nunca fue ajeno a otras manifestaciones artísticas que se sucedieron paralelamente al desarrollo de su pintura. Tuvo acceso a los escritos de los naturalistas y románticos franceses. Varios historiadores del arte franceses, defienden que la literatura «moderna» le ayudó a reinventar la poética pictórica. Un ejemplo es esta obra. En primer plano, dos obras literarias con mucho significado para él. Ut pittura poesis. El Bel-Ami de Guy de Maupassant, y Germinie Lacerteux de los Hermanos Goncourt. Una escultura clásica se presenta, rotunda, rotonda y pesada en el centro de la mesa, subida en una peana. Unas flores en el extremo izquierdo simbolizan la belleza. La unión de las artes. Escultura, pintura, literatura en una misma obra. 

 
Naturaleza muerta con patatas. Vincent Van Gogh. Febrero-marzo 1888. Óleo sobre lienzo, 39,5 x 47,5 cm. Otterlo, Kröller-Müller Museum

En contraposición, cultiva el bodegón pobre, repleto de alimentos y elementos pertenecientes a los más humildes. Destacaría el nido. Van Gogh le sabe dar un concepto y significado distintos. Un nido en la naturaleza no tiene nada que ver con el que pinta el de Zundert. A duras penas apreciamos el nido, se ven sólo los pajarillos. Van Gogh exalta lo poco común, ese nido, lo más sencillo y apenas visible a los ojos.

Nidos. Vincent Van Gogh. Finales de septiembre-inizio octubre 1885. Óleo sobre lienzo, 33,3 x 43,3 cm. Otterlo, Kröller-Müller Museum

 
A lo largo de la exposición reconocemos piezas importantes, como los paisajes de heno o de olivos, marca Van Gogh. Magníficos. Retratos de conocidos, amigos y anónimos.

Las salas y la puesta en escena son magníficas. Corre a cargo del arquitecto japonés Kengo Kuma, artífice de magníficos proyectos mundialmente conocidos, como el Teatro de la Ópera de Granada. El ambiente que recrea es especial, y pone en relación la fiebre japonesa de finales del siglo XIX con la simplicidad de la temática que desprende la exposición. Utiliza materiales rústicos, ambientes cálidos, exóticos sin caer en la extravagancia... Una organización exigente y especial para esta muestra atípica que inaugura un 2015 cargado de Arte.


Van Gogh. L'uomo e la Terra, se expone en el Palazzo Ducale de Milán (Italia) hasta el 8 de marzo de 2015.